Nuevas experiencias Las personas que viajan a muchos lugares generalmente son muy inteligentes. Las nuevas experiencias estimulan la producción de dopamina, una hormona relacionada con el aprendizaje y la memoria. Afortunadamente no tenemos que viajar a Egipto o a Europa (aunque si se tienen los medios ¿por qué no?) para poder darle a nuestro cerebro nuevas experiencias. Se pueden planear paseos a la playa, los museos, días de campo, etc. También se pueden experimentar nuevos pasatiempos. Aprenda a tocar un instrumento, a tejer, pintar, etc. Lo importante es no caer en una rutina donde siempre se experimente lo mismo ya que eso causa que las áreas del cerebro que producen dopamina se encojan.
Dormir! Una muy fácil y sin embargo no muy practicada. Y es que no siempre nos podemos dar el lujo de acostarnos temprano. En mi caso como tengo tres hijos, dormir toda la noche sin ninguna preocupación es un lujo que no puedo darme. Tengo que levantarme a revisar que todos estén bien, levantar al niño para que vaya al baño, etc. Pero hay que hacer el intento. Cuando uno duerme el cerebro procesa los conocimientos adquiridos durante el día. También tiene la oportunidad para relacionar pedazos de información e intrepretarlos de la manera correcta.
Meditar Una vez me leí un libro bastante grueso que me gustó. Pero hubo una parte en especial, dos o tres párrafos, que me impactaron grandemente y las subrayé con marcador fosforecente. Decía que el cerebro de la persona con inteligencia promedio, en un día normal produce ondas de 21 ciclos por segundo. Si la persona se enoja o tienen cualquier otra emoción fuerte, la actividad cerebral sube a 22, 25 o más ciclos por segundo. Entre mayor sea el número, menor es la habilidad intelectual. Las personas con números altos de actividad cerebral tienen problemas de concentración y aprendizaje. El ritmo de óptima salud cerebral e inteligencia, el ritmo a nivel genio, es de 19 ciclos por segundo. Así que, si normalmente la persona tiene 21, quiere decir que, entrando en un plano de relajación y meditación, la persona podría bajar ese 21 al óptimo 19. Por eso muchas veces cuando uno está entre dormido y depierto se le ocurren grandes ideas.
Aceite de pescado Como ya lo he mencionado anteriormente en este website, el aceite de pescado tiene un alto contenido en ácidos grasos Omega 3, un nutriente que tiene la capacidad de hacer crecer nuevas células cerebrales. Imagínense el impulso que le daría a su cerebro tener células nuevecitas. Además que estas grasas también protegen contra daños celulares que producen el Alzheimer.
Arándanos azules Otro alimento para el cerebro. Los flavonoides que contienen estas frutillas interactúan con las células, aumentando la comunicación entre las mismas y regenerando las células cerebrales.
Relaciones humanas El socializarse y recibir afecto de familiares y amigos ayuda a la salud del cerebro. El socializarse reduce la producción de cortisol, la hormona del estrés que causa tanto daño a la persona. Salir a bailar o ir de compras es en especial muy bueno. Provee al cuerpo con ejercicio y desafía al cerebro obligándolo a trabajar.
Ejercicios para el cerebro Cepillarse los dientes con la otra mano, hacer crucigramas, jugar ajedrez, hacer las compras en una tienda a la que nunca ha ido.
Oír música clásica Una vez leí que ponerles música a los niños los hace más inteligentes. En mi casa casi todo el día hay música puesta: clásica, folklórica, para niños, rock, salsa, bueno, de todo tipo. Cuando vamos en el carro, lo mismo, música, música, música. Y no es por fanfarronear pero mis hijos son de los mejores alumnos en su clase. Y es que la música, en especial la clásica, aumenta el cociente intelectual CI (en inglés IQ), estimula la creatividad, aumenta la motivación y mejora la memoria.
Autora: Andreína Mendez
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