viernes, 21 de octubre de 2011

¿Cuándo los damnificados se convertirán en dignificados en Bolívar?

De esa forma se expresaron los refugiados que el Gobierno Distrital protege en colegios de los barrios El Pozón, Olaya Herrera, Las Palmeras, Vía Perimetral y Coliseo de Combates.

De hecho, quienes ocupaban las instalaciones de la “Institución Educativa Jorge Artel”, en la Vía Perimetral, abandonaron ese aposento ayer en la tarde, lo mismo que los refugiados en la “Institución Educativa Luis Carlos Galán Sarmiento”, sede El Progreso, en el barrio Olaya Herrera.

Ayer, las aguas del Caño Hormiga, que obstaculizaban la entrada a El Pozón, bajaron significativamente, mientras que en la I.E. Luis Carlos Galán, sede correspondiente a esa zona, los damnificados decían estar esperando rápidas definiciones de parte del Gobierno Distrital.

Rosemberg de Ávila, del sector 20 de enero, considera que “esta es la peor de las cuatro inundaciones que hemos vivido en este barrio. El agua nos llegaba al pecho y todas nuestras pertenencias están mojadas, casi inservibles. Ahora nos tienen en este colegio, pero quienes nos están colaborando con comida y las demás cosas son los políticos que quieren ser alcaldes y concejales”.



El censo, una esperanza



En la I.E. Luis Carlos Galán están albergadas familias de los sectores 20 de Enero, Nuevo Horizonte, La Unión, Los Ángeles, Víctor Blanco, Isla del León, quienes dicen estar esperando que las lluvias cesen para volver a sus casas, verificar el estado de sus pertrechos y recibir a los funcionarios distritales que los estarían censando en aras de las ayudas que anunció el Gobierno Nacional.

“La idea también es que no se cuelen personas que se las dan de damnificados para que los favorezcan; y también para que los estudiantes puedan volver al colegio que ahora tenemos ocupado”, explicó Eduardo Álvarez, otro de los ocupantes del Luis Carlos Galán.

En la “I.E. Madre Gabriela de San Martín”, del barrio Las Palmeras, se refugiaron damnificados de los sectores Pantano de Vargas y Nuevo Paraíso, del barrio Olaya Herrera.

Edilsa Salas Berrío, de Nuevo Paraíso, expresó que “cuando llegamos a este colegio, nos dijeron que nos iban a ayudar para que volviéramos a nuestras casas, que las iban a rellenar con zahorra y que nos iban dar mercaditos, pero todavía nos llega el barro hasta las rodillas. Muchas mujeres y niños están con las piernas enfermas. A muchas casas se les voló el techo, a los hombres se les perdieron sus carritos de vender chuzos y no sabemos qué vamos a hacer cuando salgamos de aquí, pero ya queremos irnos. En este colegio no nos han tratado mal, pero queremos regresarnos”.



Los pandilleros,

otra lluvia



Ayer en la mañana las 400 familias que estaban refugiadas en la sede de la Brigada Cívica y en la “I.E. Luis Carlos Galán”, del sector El Progreso, en Olaya Herrera, abandonaron el recinto y volvieron a sus viviendas por temor a que los pandilleros se apoderaran de las pocas pertenencias que les dejaron los aguaceros.

Teresa López Martínez, una de las amas de casa que ayudaron a organizar a los damnificados en el colegio, contó que durante la noche del miércoles se presentaron enfrentamientos entre pandillas que intentaban ocultarse en las casas desocupadas.

“Y eso preocupó a mucha gente que en la mañana decidió que tenía que volver a su casa, porque la verdad es que no hemos tenido ayuda del Distrito. La comida y los elementos que se han conseguido nos lo aportaron algunos amigos, además de que hemos hecho recolectas en las tiendas y en los abastos. Aquí no hemos visto una colchoneta, ni un mercadito del Gobierno”, aseguró López Martínez.

Posteriormente, agregó que “los damnificados volvieron a sus casas, pero todavía las tienen llenas de agua. Entonces, lo que hacen es montar las camas sobre ladrillos o en tablas; y también buscan aserrín y periódicos para contrarrestar la humedad. Pero aún así hay personas que tienen los pies hinchados y rajados por la salinidad de la Ciénaga de la Virgen”.



Sólo madres solteras



En el Coliseo de Combates, del barrio Chiquinquirá, mujeres y niños dijeron estar satisfechos de la atención del Gobierno Distrital, pero también mostraron preocupación por el retorno a sus viviendas.

Marelis Barreto, del sector Ricaurte; y Nelly Montes, del 11 de Noviembre, en el barrio Olaya Herrera, dos madres solteras, dijeron que fueron muy pocas cosas las que pudieron salvar, puesto que primero pensaron en sus hijos, pero sus enseres quedaron atrapados en las casas donde viven arrendadas y sin más ayuda que los salarios que ganan como muchachas del servicio.

“No nos hemos podido comunicar con los dueños de las casas, para que rescaten nuestras cosas. Así que cuando volvamos, quién sabe qué iremos a encontrar”, lamentaron.

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