También ha señalado: “A Colombia no le fue muy bien en el desarrollo de los transportes en el siglo XIX”. Pero igual hubiera podido decir que no le fue dramáticamente mejor en el siglo XX, razón por la cual en la actualidad el invierno, los contratistas incumplidos, la imprevisión y años de ineficacia en la construcción de las carreteras tienen al país al borde de una parálisis en las comunicaciones terrestres.
Por ejemplo, el 15 de diciembre de 2010 como consecuencia del invierno se cayó el Puente Pecherín, en la vía que va de Tolú Viejo a Sincelejo. Esta es una de las vías nacionales más importantes, pues era la principal ruta de las tractomulas que mueven el comercio exterior entre el puerto de Cartagena y la zona occidental del país, especialmente hacia y desde Medellín y el Eje Cafetero. Además, era la manera más rápida para llegar desde el norte de Bolívar a Sincelejo, Montería y Antioquia. Sólo el 25 de enero de 2011 se reabrió el paso por el río Pechelín, pero con un puente temporal con paso para un solo vehículo y de hasta de cuatro toneladas. Así se mantiene hasta ahora, cuando ya va a empezar la temporada de lluvia de 2011 en la Costa Caribe.
Como resultado de lo anterior, hoy las tractomulas que llegan desde Medellín al puerto de Cartagena, y viceversa, deben transitar por la carretera que atraviesa los Montes de María, terreno ondulante, pasando por el Puente de Gambote y las poblaciones de Sincerín, Malagana, San Cayetano, San Juan Nepomuceno, San Jacinto, El Carmen de Bolívar, Ovejas, Corozal, para llegar a Sincelejo. Por esa razón, la vía está congestionada y, como es la única habilitada, la comunicación se puede interrumpir por cualquier factor inesperado. Por ejemplo, pocos días antes de la Semana Santa y viniendo de El Carmen de Bolívar, me tocó presenciar kilómetros de camiones, vehículos, tractomulas y buses, esperando durante horas que la Policía reabriera el paso por San Cayetano, donde la gente se había tomado la carretera para protestar por un accidente en el cual un residente de esa localidad había sido atropellado.
Más grave aún es que en el invierno pasado el Puente de Gambote, construido a mediados de la década de 1950 y que cruza el Canal del Dique, estuvo cerca de verse afectado en sus estructuras ante el aumento sin precedentes en el nivel de las aguas del canal, que inundaron la población contigua a éste. Algunos especialistas piensan que la afectación de ese puente es un riesgo muy real. Quiera Dios que el invierno que se avecina no sea demasiado severo por estas comarcas y que quienes piensan que el Puente de Gambote está en serio peligro estén equivocados, pues el costo para el país de que amplios territorios queden incomunicados del principal puerto que tenemos sobre el mar Caribe sería muy alto.
Es hora de revisar las fallas institucionales, tales como las de los procesos de contratación de obras públicas, que han llevado a que aún hoy, en el siglo XXI, el problema de los transportes siga siendo un enorme obstáculo para el desarrollo económico nacional
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