El presidente Santos estaba muy contento ayer en la inauguración de la primera planta productora de Mercedes Benz en Colombia –la tercera de América Latina. Santos contó que en 2011 se vendieron 324 mil carros en el país, cuando la meta era de 300 mil, y que las ventas del sector en diciembre fueron más de 23.400 vehículos, 13% por encima del año pasado.
Esa es una noticia maravillosa en cuanto a la salud económica del país y a que cada vez más gente puede tener un automóvil, que se abaratarán aún más con varios de los TLC firmados con distintas naciones.
Sin embargo, Colombia tiene un problema: ya no caben bien los vehículos en sus calles y carreteras, mientras cada día se venden más. ¿Dónde van a andar todos? Cualquier carretera ya está congestionada, tanto que hay una especie de pico y placa en ellas al retener los camiones de carga durante los fines de semana hasta ciertas horas, hecho pésimo para el comercio nacional e internacional, pero indispensable para evitar accidentes.
En Cartagena ya no solo se ven buses vacíos en fila, fenómeno que se debería acabar con la entrada en servicio de Transcaribe y la chatarrización de cientos de buses viejos, sino que también hay manchas amarillas de taxis vacíos o medio llenos, ejerciendo como colectivos ilegales y congestionando las calles.
La proliferación de los vehículos de uso familiar privado, de taxis, buses y camiones, debería estar acompañada de una agresividad mucho mayor en la construcción de vías, y además, de la infraestructura multimodal, lo que resultaría en fletes mucho más baratos y por lo mismo, en beneficios para la población al pagar menos por los productos que compra.
George Friedman, uno de los conferencistas estrellas del foro de infraestructura, The Big Leap 2014, celebrado el martes pasado, al oír el plan de expansión paulatina de la infraestructura de transporte carretero y fluvial presentado por Colombia, le recomendó al Gobierno a través del ministro de Transporte, Germán Cardona, no ser tan conservador, sino acometer todas las obras necesarias al mismo tiempo: carreteras, ferrocarriles, puertos, dragados como el nuevo del Varadero –en Cartagena- además de otros en distintas partes de Colombia. Todas pueden ser concesionadas y financiadas así.
El Comandante de la Armada, Almirante Roberto García Márquez, exhortó al Gobierno durante el foro mencionado a terminar la hasta ahora mal llamada Transversal de los Montes de María, que está destapada y a mitad de camino entre El Carmen de Bolívar y Chinulito. Además de acortar el trayecto entre el interior del país y el puerto de Cartagena, conecta a los habitantes de esas montañas con la economía del siglo XXI.
No tiene sentido hablar de competitividad ni de comercio exterior cuando el éxito del sector automotriz –bienvenido sea- será a la vez el colapso aún mayor de unas calles y carreteras ya atiborradas de vehículos.
El presidente Santos y el ministro de Transporte, Germán Cardona, deberían volverse mucho más ambiciosos y seguir el consejo de Friedman.
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