lunes, 7 de marzo de 2011

Los Gaiteros de San Jacinto: "El Carnaval ya no es de Barranquilla, es de todo el mundo"


Alguien debió notarlo antes. La preposición nunca fue del todo correcta. El Carnaval de Barranquilla es, en realidad, el Carnaval en Barranquilla: la ciudad es un punto de encuentro, un pretexto para que el Caribe colombiano se vuelque sobre ella. Esa vocación de mestizaje, de puerto abierto en el que es posible que todo confluya, tiene su mejor sentido en la música.

La pertinencia de Festicarnaval (Festival de Músicas del Carnaval) es precisamente esa: mostrar y revisar ese imaginario conocido como “músicas del carnaval”. Dirigido por el músico Juventino Ojito, el evento reune este lunes, en un concierto único, a artistas diversos cultural y generacionalmente. Que en un mismo lugar puedan estar Los Corrarelos de Majagual, Las Alegres Ambulancias y Los Gaiteros de San Jacinto es un ejemplo de esa amplitud y, en todo caso, de la disposición para asumirla.

La novedad del Festicarnaval comienza por su falta de antecedentes. No hay, en la historia de la fiesta, un evento a la vez tan ambicioso, visionario y abarcador. La originalidad del nuevo espacio tiene que ver con sacar cada música de su propio gueto. “La Fundación Carnaval de Barranquilla ha implementado políticas de apertura y democratización”, sostiene Ojito, que ve en el concierto una vitrina para los músicos de la región.

Históricamente, el Carnaval ha sido eso. Durante mucho tiempo, la fiesta funcionó para darle validez a lo que después se entendería como “música colombiana”. En ese proceso, las etiquetas nunca fueron suficientes. Al contrario, siempre se ensancharon. La transgresión de Aníbal Velásquez, los cruces de Joe Arroyo y la innovación de Alfredo Gutiérrez (uno de los invitados) tuvieron su mejor exposición en esos cuatro días. Decir “músicas del carnaval” es decir imaginación y ruptura, mundo patas arriba, hibridación e imaginación, alegría y espontaneidad, la necesidad absoluta de romper ciertas reglas.

“La importancia del festival es que pretende recuperar el protagonismo de la música regional, fortalecer su visibilización ante la comunidad nacional e internacional, así como reposicionar sus diferentes géneros”, asevera Ojito. La afirmación revela que en el pasado, al menos en el pasado reciente, la atención de la fiesta se desvió casi completamente hacia los límites de las músicas comerciales. En ese contexto, el ejercicio de construir otra mirada es fundamental. Vuelve sobre el viejo oficio del Carnaval: reconocer y dar validez.

En esa lógica, que Festicarnaval abra campo a nuevos sonidos es un gesto de elemental coherencia. Pensar en el futuro es, también, mirar el pasado. “Las fusiones y mezclas están al orden del día y es importante que los músicos caribeños responsables de la creación de Nueva Música del Carnaval de Barranquilla no descuiden el interés, que debe ser natural, en proteger su propio acervo cultural”, dice Ojito. Proteger y, desde luego, ampliar: lograr que el mundo entre en un carnaval.

Con categorías definidas, pero igualmente permeables (la naturaleza de la fiesta, en cualquier caso), el evento contará con una rueda de negocios para que sea posible llevar esta música a otras fronteras. “Finalmente —concluye Ojito—, Festicarnaval es el único mercado cultural del mundo especializado en las músicas del Caribe colombiano y el Carnaval de Barranquilla”.

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