GUSTAVO TATIS GUERRA
Solo un artista como él pudo convertir una escena vivida en una bella canción. Vio bailar descalza en la arena de Marialabaja a la negra María Isabel y aquello fue la semilla sonora de Prende la vela.
Su solo nombre es una música. Lucho Bermúdez (Carmen de Bolívar, 25 de enero de 1912- Bogotá, 23 de abril de 1994), compuso y grabó más de un millar de canciones en todos los ritmos del país Caribe y andino, y dejó en su baúl de creador fecundo otro millar de partituras.
Me dice su hija Patricia Bermúdez que todas sus partituras de composiciones propias y ajenas se acercan a tres mil. Era un bárbaro creador insaciable en su sensibilidad y en su inventiva diaria. Y como él no hay dos en este país de amnésicos. Nada que se haga en este 25 de enero de 2012 para celebrar los cien años de su natalicio serán suficientes para alcanzar su grandeza. Así que para celebrarlo, Cartagena y el país no pueden ser mezquinos con el alma generosa y feliz de uno de sus más altos hijos emblemáticos. Todo homenaje simbólico se quedará pequeño, un pergamino y una placa, el rebautizo de una calle con su nombre, la creación de un busto o la creación de una ruta o una cátedra musical con su nombre, no serán suficientes. Así que el mejor homenaje es la edición de sus partituras, de su vida musical, de su obra legítima y de las interpretaciones que hagan las orquestas y grupos de la región y el país, en todos los formatos: folclóricos, sinfónicos, jazzísticos, corales, etc.
El tesoro está allí y Cartagena y Colombia, no han trascendido en la magnitud de este patrimonio.
Lucho Bermúdez suena a país. ¿A qué puede sonar a Colombia? A tres cordilleras y dos océanos. Qué bello que el país suene a porro, a cumbia, a gaita, a fandango, a mapalé, a merengue, a paseo, a torbelino, a joropo, a guaracha, a bolero, a jalaíto, en suma, a Lucho Bermúdez.
No hay una sola canción suya que no nos lleve al corazón de Colombia. Todas sus canciones son paisajes emocionales, memoria cantada, grito de amor por esta tierra hecha de milagro y de ingratitudes. Me temblaban las manos de felicidad, al salir de su casa de Bogotá, luego de que me recibiera para una conversación una noche de 1993. Viví el privilegio de escucharle contar secretos de algunas de sus canciones y oírle cantar una obra inédita. Toda la buena música está forjada de un inmenso amor por la vida y es hija de soledades profundas. Los ojos achinados de Lucho Bermúdez, sus gafas de carey y su peinado hacia atrás, me evocaban a mi padre, en los gestos, en la expresión, en la manera de asumir la vida.
No dejó de componer hasta el último día de su vida. Nunca se enfermó de nada y siempre estaba escribiendo música con su letra preciosa como si pintara las alas de un ángel. Fue el pionero en escribir en el Caribe colombiano la música que interpretaban las bandas y los grupos populares y folclóricos. Aprendió a tocar como un virtuosismo: la trompeta, el saxofón, el clarinete, el trombón, el piccolo, la tuba.
Tenía la seriedad y el rigor de un investigador y un creador musical. Impulsó en 1946 la creación de Sayco para la salvaguarda de los derechos de los compositores. Era estricto, disciplinado, pero con un gran sentido del humor y una encarnizada vocación artística. No hay una sola banda de viento en San Pelayo, en todo Córdoba y Sucre, que no interprete alguna de sus canciones. Así que el homenaje se extenderá a Cartagena, Carmen de Bolívar, San Pelayo, Bogotá, y todo el país. Los amigos que impulsan el homenaje en Cartagena: Rafael Martínez, Augusto Martínez, Jhon Zamora, Enrique Muñoz, entre otros, deben trascender el homenaje y lograr que se multiplique con obras tangibles, más allá de ese 25 de enero, fecha en la que se ha previsto una serie de actos ceremoniales en el Carmen de Bolívar. Las dos excelentes orquestas cartageneras: Kalamary Big Band y Cartagena Cdaribe Big Band exaltarán su música.
Patricia Bermúdez encontró entre los archivos de su padre, una serie organizada de entrevistas radiales y televisivas, cuya edición y publicación es una verdadera joya en este aniversario.
Una veintena de bandas de San Pelayo en Córdoba ya empezó a planear un homenaje musical en el Festival Nacional del Porro en junio de este año. William Fortich, fundador y presidente del festival comparte la iniciativa de honrar la memoria de Lucho Bermúdez con el toque de una de sus canciones en la alborada musical. La Gobernación de Bolívar ha declarado este 2012 el Año de Lucho Bermúdez y se ha comprometido públicamente a acompañar de manera decidida esta celebración.
La Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, prepara un concierto con sus grupos sinfónicos, corales y bandas, para consagrarlo a Lucho Bermúdez.
La Orquesta Filarmónica de Comfenalco prepara a su vez un concierto con las canciones de Lucho Bermúdez.
Lucho Bermúdez no está solo. La Fundación Lucho Bermúdez que preside su hija Patricia Bermúdez, toca puertas para que este centenario del natalicio de su padre se celebre en todo el país. En Hay Festival Cartagena 2012 habrá un conversatorio sobre Lucho Bermúdez: Carlos Vives y Daniel Samper Pizano.
Patricia que estudió artes plásticas siguió el camino de la música y toca el clarinete de su padre. Cuando Lucho Bermúdez la oyó tocar le dijo que no le recomendaba la música porque la consideraba un arte muy complejo, un largo camino de sacrificio e ingratitud.
Para seres eternos como Lucho Bermúdez el tiempo es una hoja que arrastra el viento. Cien años nos llevan otra vez al centro profundo e iluminado de lo mejor que somos.
Me dice su hija Patricia Bermúdez que todas sus partituras de composiciones propias y ajenas se acercan a tres mil. Era un bárbaro creador insaciable en su sensibilidad y en su inventiva diaria. Y como él no hay dos en este país de amnésicos. Nada que se haga en este 25 de enero de 2012 para celebrar los cien años de su natalicio serán suficientes para alcanzar su grandeza. Así que para celebrarlo, Cartagena y el país no pueden ser mezquinos con el alma generosa y feliz de uno de sus más altos hijos emblemáticos. Todo homenaje simbólico se quedará pequeño, un pergamino y una placa, el rebautizo de una calle con su nombre, la creación de un busto o la creación de una ruta o una cátedra musical con su nombre, no serán suficientes. Así que el mejor homenaje es la edición de sus partituras, de su vida musical, de su obra legítima y de las interpretaciones que hagan las orquestas y grupos de la región y el país, en todos los formatos: folclóricos, sinfónicos, jazzísticos, corales, etc.
El tesoro está allí y Cartagena y Colombia, no han trascendido en la magnitud de este patrimonio.
Lucho Bermúdez suena a país. ¿A qué puede sonar a Colombia? A tres cordilleras y dos océanos. Qué bello que el país suene a porro, a cumbia, a gaita, a fandango, a mapalé, a merengue, a paseo, a torbelino, a joropo, a guaracha, a bolero, a jalaíto, en suma, a Lucho Bermúdez.
No hay una sola canción suya que no nos lleve al corazón de Colombia. Todas sus canciones son paisajes emocionales, memoria cantada, grito de amor por esta tierra hecha de milagro y de ingratitudes. Me temblaban las manos de felicidad, al salir de su casa de Bogotá, luego de que me recibiera para una conversación una noche de 1993. Viví el privilegio de escucharle contar secretos de algunas de sus canciones y oírle cantar una obra inédita. Toda la buena música está forjada de un inmenso amor por la vida y es hija de soledades profundas. Los ojos achinados de Lucho Bermúdez, sus gafas de carey y su peinado hacia atrás, me evocaban a mi padre, en los gestos, en la expresión, en la manera de asumir la vida.
No dejó de componer hasta el último día de su vida. Nunca se enfermó de nada y siempre estaba escribiendo música con su letra preciosa como si pintara las alas de un ángel. Fue el pionero en escribir en el Caribe colombiano la música que interpretaban las bandas y los grupos populares y folclóricos. Aprendió a tocar como un virtuosismo: la trompeta, el saxofón, el clarinete, el trombón, el piccolo, la tuba.
Tenía la seriedad y el rigor de un investigador y un creador musical. Impulsó en 1946 la creación de Sayco para la salvaguarda de los derechos de los compositores. Era estricto, disciplinado, pero con un gran sentido del humor y una encarnizada vocación artística. No hay una sola banda de viento en San Pelayo, en todo Córdoba y Sucre, que no interprete alguna de sus canciones. Así que el homenaje se extenderá a Cartagena, Carmen de Bolívar, San Pelayo, Bogotá, y todo el país. Los amigos que impulsan el homenaje en Cartagena: Rafael Martínez, Augusto Martínez, Jhon Zamora, Enrique Muñoz, entre otros, deben trascender el homenaje y lograr que se multiplique con obras tangibles, más allá de ese 25 de enero, fecha en la que se ha previsto una serie de actos ceremoniales en el Carmen de Bolívar. Las dos excelentes orquestas cartageneras: Kalamary Big Band y Cartagena Cdaribe Big Band exaltarán su música.
Patricia Bermúdez encontró entre los archivos de su padre, una serie organizada de entrevistas radiales y televisivas, cuya edición y publicación es una verdadera joya en este aniversario.
Una veintena de bandas de San Pelayo en Córdoba ya empezó a planear un homenaje musical en el Festival Nacional del Porro en junio de este año. William Fortich, fundador y presidente del festival comparte la iniciativa de honrar la memoria de Lucho Bermúdez con el toque de una de sus canciones en la alborada musical. La Gobernación de Bolívar ha declarado este 2012 el Año de Lucho Bermúdez y se ha comprometido públicamente a acompañar de manera decidida esta celebración.
La Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar, prepara un concierto con sus grupos sinfónicos, corales y bandas, para consagrarlo a Lucho Bermúdez.
La Orquesta Filarmónica de Comfenalco prepara a su vez un concierto con las canciones de Lucho Bermúdez.
Lucho Bermúdez no está solo. La Fundación Lucho Bermúdez que preside su hija Patricia Bermúdez, toca puertas para que este centenario del natalicio de su padre se celebre en todo el país. En Hay Festival Cartagena 2012 habrá un conversatorio sobre Lucho Bermúdez: Carlos Vives y Daniel Samper Pizano.
Patricia que estudió artes plásticas siguió el camino de la música y toca el clarinete de su padre. Cuando Lucho Bermúdez la oyó tocar le dijo que no le recomendaba la música porque la consideraba un arte muy complejo, un largo camino de sacrificio e ingratitud.
Para seres eternos como Lucho Bermúdez el tiempo es una hoja que arrastra el viento. Cien años nos llevan otra vez al centro profundo e iluminado de lo mejor que somos.
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