viernes, 26 de agosto de 2011

Otra historia de una carmera

En mi cuenta de Twitter entre mis seguidores encuentro a Cristina Panopio a la vez con un mensaje:
“Hola Edgar, como estas?... Soy Cristy”…
Me sorprendió saber de ella porque pensé que estaba en Filipinas disfrutando de una supuesta herencia que le dejó su padre.
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Su historia vale la pena contarla. Un capitán de barco Filipino venía mucho a Cartagena y tuvo una aventura con saldo de una hija, abandonada por la madre y él llevó la niña a donde una amiga que tenía en Cartagena para que la cuidara mientras él se ausentaba.
Lourdes Navarro, así se llama esa amiga, también conocida mía e igual que sus 7 hermanas, no solo tuvo a la recién nacida mientras aparecía el capitán, sino que la educó en la mejor Universidad de la ciudad. El filipino no volvió jamás…
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Un día me encontré con Lourdes y me dijo que la visitara. Allí conocí a su hija adoptiva, una adolescente preciosa. Supe su historia. Madre e hija se iban muy bien.
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Semanas después. Cristina, se me presentó a Radio Alegre y me confesó:
“Yo adoro a mi madre adoptiva. Me ha dado educación y le tengo cariño, pero, tengo deseos, de conocer a mi verdadera Mamá, la que me trajo al mundo. Será que me ayudas?”…
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Me convertí en detective y logré ubicar a la mamá de Cristina después de muchos meses y trabajaba de mesera en el Carmen de Bolivar, arrepentida de su antigua vida y dedicada a los caminos de Dios. Algo más, conseguí otras sorpresas: 2 hermanas que tenía Cristina y ella no lo sabía.
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Se me ocurrió presentar a madre e hija en Cartagena y llevé cámaras de Tv. Para un programa. Traje del Carmen a la madre y la alojé un hotel distinto de su hija. También a la madre adoptiva invité al encuentro…
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Cuando la madre verdadera vio a Cristina, le dijo que debía tener un lunar en la espalda para ser su criatura. Cristy, se quitó la blusa y lo mostró. Lo demás fue tan dramático que el camarógrafo se impactó tanto que dejo de grabar y comenzó a llorar.
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Hubo intercambio de regalos. Se encontraron madre adoptiva y madre real.
Cristina con sus otras dos hermanas. Improvisamos una fiesta…
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Han pasado los años y me enteré que el capitán filipino falleció y dejó organizada a su hija cartagenera a quien reconoció en su país. Eso me dijeron y me confirmaron, inclusive la historia terminaba que Cristina se iba a vivir a las filipinas…
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Hasta ahí estaba el cuento cuando ayer revisando mi correo encuentro el mensaje:
“Hola, como estás, soy Cristy”…
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Le he contestado con otro mensaje:
“Cristina, contácteme para que me cuentes, que pasó en tu vida?...”
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Con Cristina han sido 3 los casos en las cuáles utilice mi poder periodístico si es que eso se puede llamar poder, para encontrar hijas sin padres e historias parecidas.
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Narraciones como lo relatado es lo que me hace pensar, si yo he tenido en esta bendita tierra una o dos vidas más, porque han sido tantas aventuras.

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