martes, 9 de agosto de 2011

Estudiantes noteamericanos presentan estudio realizado sobre El Carmen de Bolívar


Ricardo Gómez

Universidad de Washington, USA

rgomez@uw.edu

Luis Fernando Barón Porras

Universidad Icesi, Colombia

lfbaron@icesi.edu.co

Cuando se llega a El Carmen se siente el calor penetrante de ese Caribe, que

ya no está tan cerca de la costa y de sus brisas marinas. En el tiempo de nuestra

visita la región atravesaba un intenso verano y, según contaba la gente de la zona,

ya habían pasado más de cuatro o cinco meses sin llover. En este municipio no

sólo se siente el calor del clima, también el de su gente que por lo general es

alegre, tranquila y muy conversadora. Además, se puede percibir el dinamismo

de este municipio que está en la mitad de varios cruces de caminos que vienen y

van al centro del país, a Antioquia –noroccidente–, y a otras ciudades de la región

Caribe como: Sincelejo, Cartagena, Valledupar, Santa Marta y Barranquilla.

Ese dinamismo está relacionado con la vocación agrícola y ganadera de la

región, que ha estado acompañada de una próspera actividad minera (carbón y

níquel). Dinamismo que también se expresa en el movimiento que hay en sus

calles, en el ir y venir de carros, camperos, motos y bicicletas; en la cantidad

de gente que se reúne en el parque principal, y en la multitud de personas que

recorren sus calles durante el día, visitando el mercado y los establecimientos

comerciales: graneros, farmacias, bares, cafeterías y cafés internet.

Todo este movimiento también pareciera poner en evidencia los altos niveles

de empleo informal que hay en la región y en todo el país, además de las preocupantes

tasas de desocupación que ascienden a 11.8% en el país, para marzo

de 2010.
7

Por la cercanía a las elecciones legislativas y, también, a las futuras votaciones

presidenciales el municipio estaba lleno de pasacalles, carteles, vallas y folletos

con publicidad política. Y, como una muestra de las prácticas políticas locales,

en una de las edificaciones más altas de la plaza principal reposaba una formidable

valla con la propaganda al Senado del hijo de una empresaria de juegos

de azar de la región, involucrada en varios procesos judiciales por vínculos con

organizaciones paramilitares. A pesar de las denuncias y señalamientos que se

hicieron sobre estos vínculos, el hijo de la empresaria, así como otros políticos

vinculados con ella, lograron escaños tanto en el Senado como en la Cámara de

Representantes, máximos organismos legislativos de la nación.
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Tres tipos de negocios informales funcionan con poco control o regulación: la

venta de minutos –llamadas por celular–, las carreras –aventones en mototaxi– y

el agua –agua limpia o potable, vendida puerta a puerta. Estas tres actividades

resumen las carencias básicas en el municipio, que se resuelven acudiendo a

la economía informal: agua, transporte y comunicación. Las tres actividades

contribuyen al bienestar de la población, pero en las tres se expresan las claras

limitaciones con las que viven los pobladores día tras día.

Minutos a 200

Al recorrer las calles de El Carmen de Bolívar se encuentran cientos de
negocios

para la reventa de minutos a celular: entre cinco o seis vendedores por cuadra, en

la zona del centro, ofrecen sus aparatos para hacer llamadas con tarifas que oscilan

entre 50 y 300 pesos el minuto (US$ 0.04 - 0.15). El número de vendedores

y

las tarifas suben y bajan al vaivén de las coyunturas y eventos sociales, políticos

y culturales del municipio. La mayoría de estos negocios son una persona con

uno, dos o tres teléfonos celulares ofreciendo llamadas que se hacen y se pagan

al instante. Algunos de los negocios funcionan en un local o como parte de la

oferta de servicios de una tienda. Hay diferentes compañías de telefonía celular,

y las llamadas son más baratas cuando se hacen entre teléfonos servidos por la

misma compañía, por lo que los negocios de minutos, en general, tienen varios

aparatos de teléfono celular, y utilizan el aparato suscrito a la compañía que sirve

al número al que el usuario desea llamar. Recibir llamadas en un celular no tiene

ningún costo. Las llamadas a números fijos son más caras que a otro celular, y

las llamadas de número fijo a celular son las más caras de todas.

Todos los participantes en nuestro taller tienen teléfono celular, y afirman

que algunas familias en el casco urbano de El Carmen de Bolívar tienen al

menos un celular. Pero casi nunca lo utilizan para hacer llamadas, solo

para

recibir. Cuando necesitan hacer llamadas, compran minutos de un proveedor

comercial. Ninguna de las personas con quienes hablamos en El Carmen de

Bolívar usa mensajes de texto o tiene servicio de datos (internet) en su teléfono

celular. En este panorama, la telefonía móvil resuelve una necesidad básica de

comunicación con pagos a cuentagotas, usando un sistema híbrido: recibir las

llamadas en un teléfono móvil particular, mientras que, para hacer las llamadas,

se usa un teléfono móvil de acceso público.

Carreras a 1000

El transporte local se resuelve también desde la economía informal, a través

del uso de
mototaxis. Los mototaxis son una de las principales formas de transporte

público del municipio, prestada por particulares que utilizan sus motos para llevar

y traer gente a uno y otro sitio del lugar. La tarifa por el recorrido, dentro de la

cabecera municipal, es de aproximadamente 1.000 pesos (US$ 0.50), lo cual es

bastante más caro que un minuto de llamada por celular. Los viajes en
mototaxi

son un lujo que no es muy asequible para la población más pobre del lugar.

Agua a 2000

Por su parte, la venta de agua puerta a puerta es otra expresión de las necesidades

básicas que se resuelven en la economía informal. A pesar de la relativa

cercanía de El Carmen a ciudades más grandes como Cartagena o Sincelejo,

todavía no cuenta con servicio de acueducto y alcantarillado. El agua se vende

en distintas cantidades usando una variedad de vehículos: desde camiones y

carrotanques, hasta bicicletas y carretillas acondicionadas para transportar el

líquido y ofrecerlo de casa en casa. Además, se ofrece agua potable –para tomar

o cocinar–, agua limpia pero no potable –para aseo o lavar ropa–, o agua salobre

–para construcción u otras necesidades. La falta de acueducto y alcantarillado ha

llevado a los pobladores de El Carmen a diseñar y construir creativos sistemas

de recolección de aguas lluvias que almacenan y utilizan en todo tipo de necesidades

domésticas. Es común pagar alrededor de 3.000 pesos (US$ 1.5) por

un
viaje de agua de 100 o 120 litros, lo que equivale a 100 pesos por galón.

El Carmen de Bolívar, al igual que otros municipios en similares condiciones,

tiene uno de los costos más altos de agua en el país. Estudios realizados en la

región
9 han mostrado cómo la tarifa, galón por galón, resulta bastante más alta

de la que puede llegar a pagar un habitante de uno de los estratos más altos en

cualquiera de las grandes ciudades del país. Por ejemplo, en Cartagena el valor

del galón de agua que se paga en el estrato 6 al acueducto es de 8 pesos (US$

0,005).
10 Esto sin mencionar asuntos de conveniencia, cantidad y calidad del

agua que se consume en cada lugar.

No. 6, pp. 221 - 253, julio – diciembre 2010. Cali – Colombia

Foto 1: minutos a 100, mototaxis a 1000. El Carmen de Bolívar, Colombia. Foto: R. Gómez.

De este modo, en la cuadra del mercado en El Carmen de Bolívar se puede

comprar un minuto de llamada a cualquier celular del país por 100 pesos; una

carrera en
mototaxi a cualquier casa del pueblo por 1000 pesos; y un galón de

agua potable en bolsitas por 2000 pesos. Es la economía informal de la pobreza.

La región de El Carmen de Bolívar, en los Montes de María al nororiente

colombiano, ha tenido una larga historia de organización comunitaria, especialmente

en el campo de la comunicación para el desarrollo. Sin embargo, una larga

historia de violencia ha dejado, también, profundas heridas en el tejido social de

la región. Con la reciente llegada, a El Carmen de Bolívar, de centros de acceso

público a Internet se abrieron nuevas oportunidades para estas organizaciones

comunitarias y para el desarrollo de la región. Sin embargo, es posible que el

tejido social estuviera demasiado debilitado para que el acceso público a Internet

pueda incidir de manera positiva en el desarrollo comunitario de la región de El

Carmen de Bolívar. Para entender mejor este fenómeno, primero veremos algunos

elementos de la historia de violencia y, seguidamente, estudiaremos algunos

elementos de la historia de organizaciones comunitarias de la región.

El Carmen de Bolívar en el centro de la violencia

Los Montes de María son reconocidos en Colombia no sólo por sus características

económicas, geográficas y culturales. También lo son, triste y trágicamente,

porque es una de las regiones más afectadas por la violencia producida por el

conflicto armado colombiano, que ya tiene más de sesenta años. De manera

particular, esta región se convirtió durante la década del noventa en escenario

de disputa territorial de todos los actores armados que han coexistido en el país:

organizaciones guerrilleras, grupos paramilitares, narcotraficantes y Ejército

Nacional, con consecuencias muy graves sobre la población civil.
11

La región de los Montes de María se constituyó en uno de los lugares más

importantes de movilizaciones campesinas de los años setenta. Y esta fue una de

las razones para que la población de la zona entrara a hacer parte de los cálculos

estratégicos de organizaciones guerrilleras que intentaron cooptarla supliendo

vacíos institucionales producidos por la precariedad del Estado colombiano. La

presencia de actores armados insurgentes, en una zona de tanta importancia

geoestratégica, dio lugar en etapas recientes del conflicto a la estigmatización de

la población como subversiva, dejando a los pobladores, como en otras zonas

del país, en medio del fuego cruzado.
12

Siguiendo la investigación del Grupo de Memoria Histórica,
13 el estigma

ha sido uno de los rasgos más característicos y costosos para la población civil

en las guerras contemporáneas. Se trata de un estigma doble: primero, porque

el victimario atenúa su responsabilidad transfiriéndola a la víctima y, segundo,

porque estimula un clima social de sospecha que se materializa en esas expresiones

populares de condena anticipada, tales como: “por algo será”, “algo habrá

hecho”. Además, la eficacia del estigma puede llegar a la autoincriminación de

la propia población.

En las fechas en que realizamos el Grupo Focal, las instituciones y comunidades

de la región se preparaban para rememorar los 10 años de La masacre de

El Salado, corregimiento a 10 km de El Carmen de Bolívar, ocurrida entre el

16 y el 21 de febrero de 2000.

De acuerdo con el Grupo de Memoria Histórica, la masacre de El Salado

hace parte de una notoria y sangrienta escalada de eventos de violencia masiva

perpetrados por grupos paramilitares en Colombia, entre 1999 y el 2001. En

ese período, en la región de los Montes de María –o sea, los alrededores de El

Carmen de Bolívar– se cometieron 42 masacres que dejaron 354 víctimas fatales.

Tal expansión y rutinización de las masacres no pudo ocurrir sin los vínculos

de sectores de las élites políticas y económicas con los grupos paramilitares y,

también, sin la aceptación y complacencia de amplios sectores de la sociedad.

Incluso se ha mencionado la posible participación de fuerzas armadas del Estado,

pues hay denuncias de la presunta participación de la Infantería de Marina en la

masacre –por acción o por omisión– que no han sido investigadas debidamente.
14

Según la Comisión Histórica, a diferencia de otros escenarios de asesinatos

colectivos, lo ocurrido en el Salado fue más allá de la pretensión de eliminar al

enemigo. Las torturas y las masacres hicieron parte de la misma operación asesina.

Y, en casos como este, la mayoría de los crímenes fueron ejecutados en la plaza

pública con la intención manifiesta de que todos vieran, escucharan y supieran.

Es decir que todos sean, en últimas, “castigados

castigados” por sus presuntas complicidades.

La táctica aplicada por los paramilitares en la región fue de tierra arrasada

que, como menciona el Informe, no sólo dejó un escenario de tierra sin hombres

sino, también, dejó a muchos hombres sin tierra. El desplazamiento forzoso,

o mejor el destierro, fue uno de los impactos más impresionantes y duraderos

del pánico en la zona, cuya desolación fue prácticamente total, convirtiendo a

El Salado en un pueblo habitado por muertos y fantasmas. Las cifras del éxodo

en El Salado son ilustrativas de los altísimos niveles del terror diseminado por

los paramilitares: de los 4.000 desplazados de El Salado, sólo 700 personas han

retornado a sus territorios de origen.

Posterior a la masacre de El Salado, los medios masivos de comunicación

presentaron, primordialmente, las voces de los victimarios y de las instituciones

estatales. Las voces de las víctimas fueron notablemente menores. La presencia

dominante en el escenario mediático fue la de los paramilitares que, con un

discurso de salvación de la patria frente a la guerrilla, señalaron y estigmatizaron

a las víctimas de El Salado sin posibilidades confrontación o interpelación ética

o política alguna. Los medios no fueron para los victimarios una oportunidad

para arrepentirse, confesar o contar las verdades de la guerra. Al contrario, lo

fueron para reivindicar los hechos y continuar la ignominia contra los saladeros.

Tal y como lo señala el Informe de la Comisión Histórica, uno de los signos

distintivos de esta masacres es que, pese a su magnitud y su barbarie, la imposición

de las versiones de los victimarios lograron volverla difusa en la memoria

colectiva. Además, la opinión pública nacional aún desconoce sus dimensiones

y hasta ahora no se han producido condenas morales contra los victimarios, ni

solidaridad con las víctimas.

Fuerte tradición de organización comunitaria en El Carmen de Bolívar

La crítica situación de esta región, producida tanto por el conflicto armado

como por las condiciones de pobreza, no ha logrado detener, e incluso ha estimulado,

una variedad de iniciativas y esfuerzos de múltiples actores que han

trabajado por el desarrollo humano en la región. La mayoría de estas iniciativas

y proyectos han sido gestados y realizados por organizaciones sociales que se han

unido para defender y asegurar sus derechos. También es importante mencionar

las intervenciones del Estado y de la Iglesia Católica al generar proyectos en la

zona, o al vincularse y apoyar a algunas de estas organizaciones. Aunque, en

menor medida, también se deben citar los trabajos realizados por la empresa

privada, recientemente motivada por las corrientes de responsabilidad social empresarial.

Y, en todas estas iniciativas se debe destacar el papel de la cooperación

internacional que garantiza la sostenibilidad de los proyectos.

Como se mencionó antes, ésta ha sido una región con alta capacidad de organización

comunitaria, así como con una gran habilidad para generar y mantener

alianzas con instituciones educativas y, en general, con instituciones públicas.

Además de apoyarse entre sí, pues proyectos planteados por una organización

pueden fácilmente estarse ejecutando con otro grupo comunitario.
15

Una rápida mirada a los programas y proyectos de desarrollo comunitario

realizados en la zona, en los últimos cinco o diez años, permite identificar temas

centrales de trabajo como la atención a población vulnerable, pobre y desplazada

en comunidades urbanas y rurales de las zonas afectadas por la violencia, reduciendo

su riesgo de exposición al conflicto y mitigando el impacto negativo de

posibles efectos derivados del mismo.
16 También se han conformado una serie

de espacios para la defensa integral de los derechos humanos y para la lucha

por el derecho a la tierra y la permanencia en el territorio.
17 Además, está la

implementación de diferentes proyectos productivos de seguridad alimentaria,

planificación del desarrollo local y regional, de capacitación y fomento a los

procesos organizativos campesinos.

También han sido muy pertinentes los proyectos de sensibilización en temas

como la participación política, el fortalecimiento de mecanismos de control,

veedurías ciudadanas y la promoción de la rendición pública de cuentas.
18 Y

ni que decir de la importancia de una serie de iniciativas y proyectos de comunicación

para la paz, de memoria y comunicación para el cambio social,
19

mediante las que se ha buscado construir nuevas visiones colectivas y versiones

más complejas en los medios de comunicación –periodistas y formadores de

opinión– sobre la situación regional. Además, hay un serie de programas en la

región sobre salud sexual y reproductiva que buscan prevenir los embarazos en

adolescentes y garantizar el acceso, de la población vulnerable, a los servicios

de salud sexual y reproductiva, prevenir que niños, niñas y jóvenes consuman

sustancias psicoactivas o se vinculen con grupos armados.

Una de las propuestas más grandes e integrales que se han implementados en

los últimos años, no sin conflictos y tensiones en la región, es el III Laboratorio

de Paz apoyado por la Unión Europea, el Gobierno Nacional y las agencias del

Sistema de Naciones Unidas en Colombia. Esta iniciativa desarrollada a partir del

2006 tiene como objetivo buscar soluciones de paz duraderas ante el escenario

de violencia, pobreza y precariedad institucional existente en ese momento.
20

A partir de esta experiencia se vio la necesidad de una institución que realizara

observación y análisis permanente sobre la situación política, económica, de derechos

humanos, derecho internacional humanitario y de gestión institucional.

Fue así como se constituyó el
Observatorio de Cultura Política, Paz, Convivencia

y Desarrollo
en la región de Montes de María, que también está encargado de

proponer soluciones viables para mejorar la calidad de vida de los pobladores

de la región, además de conseguir una paz duradera.

El caso del Colectivo de Comunicaciones Montes de María -Línea 21

Tal como lo plantea Clemencia Rodríguez en el libro
Lo que le vamos quitando

a la guerra
, la comunicación, el arte y la producción cultural pueden contribuir

a reparar lo que la violencia armada destruye con su impacto devastador en la

vida cotidiana de una población civil (Rodríguez, 2008).

Un ejemplo claro de respuesta a la pregunta central de ese libro sobre cómo

pueden convertirse la comunicación y la cultura en herramientas de resistencia

cultural contra el impacto negativo del conflicto armado, lo representa la experiencia

del
Colectivo de Comunicaciones Montes de María. Esta es una experiencia

que nació en 1994 cuando un grupo de jóvenes inquietos por realizar un proyecto

de comunicación y cultura en su municipio, golpeado por la violencia,

se reunieron para realizar periodismo comunitario con una cámara de video.

Una vez empezaron a producir 20 horas semanales de noticias del municipio,

para televisión, relacionadas con los acontecimientos de la alcaldía, las escuelas

y otros lugares cercanos, compraron una antena satelital para bajar programas

de televisión comercial, y así cablearon el municipio y suscribieron a algunos

habitantes, quienes pagan por ver la televisión comercial y por las más 20 horas

de producción local.

Hoy en día es una ONG que trabaja sobre temas de comunicación-educacióncultura

a través de la investigación, la producción y la difusión de programas de

los diferentes medios alternativos y ciudadanos como son: la radio, la televisión,

los impresos ciudadanos o los periódicos murales, entre otros.

Aunque esta experiencia de comunicación ciudadana y comunitaria busca

posicionar a niños, niñas y jóvenes como actores sociales del desarrollo, también

ha involucrado a mujeres, padres de familia, docentes y adultos, en general, en

proyectos dirigidos a la promoción y divulgación de derechos humanos y derechos

de los niños, a la pedagogía para la paz, a la equidad de género, al medio

ambiente y a los valores.

Entre algunos de los proyectos realizados por el Colectivo se encuentra el

cine club La Rosa Púrpura del Cairo,
21 el cual está dirigido a niños, niñas y

jóvenes, quienes a través de la proyección de piezas comunicativas radiales y

audiovisuales, producidas por ellos en las calles de El Carmen de Bolívar durante

la noche, lograron recuperar de manera inmediata el espacio público, la noche y

la tranquilidad que le había quitado el miedo provocado por la violencia. Otros

de los logros de este proyecto ha sido el poder valorar y registrar la memoria de

su comunidad.

Otro de los proyectos en los cuales ha participado el Colectivo es la “Promoción

de Derechos y Redes Constructoras de Paz en siete municipios de los Montes

de María”, en el cual ellos fueron los operadores. Esta iniciativa, promovida por la

Consejería Presidencial de Programas Especiales y financiada por la Organización

Internacional para las Migraciones (OIM), tuvo como objetivo la promoción

de derechos de salud sexual y reproductiva, la prevención de embarazos en

adolescentes y la creación de redes constructoras de paz a través de la estrategia

de comunicación que se basa en la Información, Educación y Comunicación

–IEC–, que utiliza la comunicación ciudadana y comunitaria para fortalecer

las relaciones entre instituciones, grupos productores de medios alternativos, la

escuela, el gobierno local, las redes sociales, la familia y la sociedad en general.
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También han participado en el proyecto “Promoción de la Salud y los Derechos

Sexuales y Reproductivosen los Montes de María” que lleva a cabo la

Fundación Red Desarrollo y Paz de los Montes deMaría, y se enmarca dentro del

Programa País 2003-2007 de la UNFPA –agencia de cooperación internacional

para el desarrollo.

Este Colectivo ha cautivado el sentir de la niñez y la juventud montemarianas,

tal como se ve reflejado en las múltiples redes escolares y barriales, además

de las múltiples capacitaciones que se han brindado.

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