miércoles, 13 de julio de 2011

En el 2014 se terminará de reconstruir El Salado.

En El Salado, corregimiento de El Carmen de Bolívar, ocurrieron hace 11 años los crímenes más atroces perpetrados por el paramilitarismo contra la población civil.

Fue la masacre más sangrienta de las 44 que hubo en los Montes de María, dejando 66 personas asesinadas en 3 días. Antes los asesinatos corrían por cuenta de las Farc.

Tras el desplazamiento forzado de unos 7 mil habitantes, muchos retornaron al terruño con ganas de sepultar los rastros de la violencia para convertirse de nuevo en un pueblo próspero y pacífico.

El anhelo de los “salaeros” llamó la atención de la Fundación de Semana, una entidad sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es trabajar por la inclusión en Colombia.

“La fundación se propuso ayudar a reconstruir El Salado y articula los esfuerzos de la empresa privada, Gobierno y Cooperación Internacional, los cuales convergen en un Plan de Desarrollo, con proyectos para brindar bienestar a los pobladores”, comenta Claudia García Jaramillo, directora de la Fundación Semana.

La tarea de la entidad comenzó hace 2 años y se calcula que en 2014 El Salado esté reconstruido.

“Lo que se pretende es tomar un símbolo de lo que era la violencia en Colombia (El Salado) para tratar de convertirlo en lo que debería ser el país de la reconciliación y el desarrollo”, explica la Directora de la Fundación.

Claudia García expresa que el trabajo de la Fundación Semana no trata de reemplazar ni sustituir responsabilidades que le competen al Estado, precisando que la función es servir de enlace para ejecutar proyectos de impacto que generen progreso.

También aclara que no son un programa asistencialista, sino un macroproyecto para mejorar la calidad de vida de la comunidad de El Salado, a fin de que ella sea capaz de gestionar su propio desarrollo una vez la Fundación acabe con sus labores.

La reconstrucción

En El Salado se ejecuta un modelo de reconstrucción público y privado proyectado a 5 años y liderado por la Fundación Semana, para erradicar la pobreza extrema.

En infraestructura, se adelantan proyectos como la construcción de un centro cultural al cual han denominado la Casa del Pueblo (diseñada por el arquitecto ganador de un premio nacional de arquitectura, Simón Hosie), la instalación del acueducto y del alcantarillado (listo en un 95%), el mejoramiento de la vía que une al Carmen con El Salado, baterías sanitarias en todas las casas y en hogares comunitarios, la adecuación de la cancha de fútbol, el mejoramiento de las redes eléctricas y el levantamiento de un comedor comunitario.

También se propicia que los campesinos de la zona vuelvan a ser propietarios de tierra a través de un plan de desarrollo tabacalero, otro ganadero y planes de choque tecnológico en tierras, y proyectos de reactivación económica. Además se desarrolla el programa Jóvenes Campesinos de Argos; un proyecto de tenderos (El Salado hoy tiene 9 tiendas); otro de mujeres unidas y uno más para apicultores.

La Fundación desnuda la problemática de Salud y gestiona ante la Alcaldía de El Carmen de Bolívar, la Gobernación y otras instancias la dotación y servicio de un puesto de salud. Ambas han sido demoradísimas en responder. También ofrece ayuda psicosocial y programas de seguridad alimentaria.

En El Salado se gestiona la transferencia de metodologías y condiciones para garantizar educación de calidad al mayor porcentaje de la población con base en su entorno.

Para ello, operan una granja escolar y un proyecto de primera infancia.

La seguridad se diligencia frente a las instituciones competentes para el libre desarrollo del proyecto y vida misma de la comunidad.

Hoy El Salado, a través de una antena de comunicaciones, recibe los servicios de telefonía fija, celular e internet. Eso, cuando hay energía eléctrica.

La carretera

A pesar de que El Salado está apenas a 19.5 kilómetros de la Troncal de Occidente, recorrerlos puede tardar cerca de una hora en verano, pero cuando llueve, el corregimiento queda prácticamente incomunicado.

Las lluvias convierten ciertos tramos en lodazales en los que los carros se quedan atascados.

Acción Social invirtió $1.800 millones en el arreglo parcial de la vía, con la construcción de una “placa huella”, y aunque en muchos tramos mejoró, el problema no está resuelto. Por el contrario, Acción Social ha exigido garantías al contratista porque no adecuó el terreno como se debió hacerlo y en algunos puntos las placas se deshicieron.

Por gestión de la Fundación Semana, Invías hizo un diagnóstico y determinó que se requieren $1.200 millones de pesos para extender la placa huella a todos los puntos críticos, con lo que el problema se resolvería de manera definitiva. El Ministro de Transporte, Germán Cardona, se comprometió a resolver este problema e incluir esa partida entre sus proyectos prioritarios inmediatos, y así lo hizo desde diciembre.

El Gobernador de Bolívar, Alberto Bernal Jiménez, anunció apenas el viernes pasado que en total hay $1.900 millones destinados para recuperar la carretera de El Salado y que en 3 meses quedaría lista.

El jueves se realizará una audiencia pública en el corregimiento, en la cual participarán delegados de Invías, de la Gobernación y de la población, a fin de socializar la obra. Se supone que también se conocerá el contrato y quienes lo ejecutarán.

Otros problemas

Un problema enorme que enfrentan los pobladores de El Salado es la falta de tierras para cultivar.

Dice la directora de la Fundación Semana que se requieren unas 1.200 hectáreas para que los lugareños desarrollen sus quehaceres agrícolas, a los que estaban acostumbrados antes del desplazamiento, y que no han podido retomar porque los poseedores de los terrenos no son los mismos de épocas anteriores, que les permitían usufructuarlos.

Algo se ha avanzado con la adjudicación del Subsidio Integral de Tierra que otorgó el Incoder el viernes pasado, que aplica para 320 hectáreas y beneficia a 63 familias, que equivalen apenas a un tercio de la población. Argos donó 100 hectáreas, en las que trabajarán unos jóvenes que quieren ser empresarios del campo, pero se necesita más tierra.

También preocupan las constantes suspensiones de la energía eléctrica de Electricaribe. Las redes son deficientes y los postes de madera son una amenaza.

A veces la energía “se va” hasta por 3 días, dificultando la jornada escolar y dejando incomunicado al pueblo, y además sin agua, pues la antena y las bombas del acueducto dependen de la energía.

Pese a las dificultades, El Salado es considerado un laboratorio para demostrar que con voluntad se puede transformar un lugar, antes símbolo de la violencia, en un símbolo de la reconciliación.

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